My life before the lobotomy.
Margaret Herczog salió a soñar.
"Hacían el amor toda la noche hasta que los sorprendía el sol al amanecer. Prendían un cigarrillo cada uno y mirándose a los ojos, se curaban mutuamente las heridas en silencio, uno nunca sabe que abismos pueden existir en la mirada de una persona. Paseaban en bicicleta al atardecer, y se tiraban en el pasto húmedo a esperar las estrellas. Ella le dejaba notitas de "Buenos días" por todos lados y el cada mañana le regalaba una flor. Una relación fantástica, hasta que Agosto llegó. Agosto siempre duele más. Por alguna extraña razón, siempre es el mes más largo y tedioso. Si lo piensan bien, nadie lo espera, nadie quiere que llegue y cuando está, lo viven rápido y sin emoción, todos ansiosos por Septiembre, que es cuando todo renace. Justamente por eso, por ser el mes incomprendido, era el mes favorito de Álvaro, hasta que todo concluyó.
Ya no había café en su mirada ni perfume a vainilla en su piel. Todo estaba escarchado, incluso, aquellos sentimientos que habían nacido entre ambos. Ella era aún más fría que aquel helado invierno del '93 en Barcelona. A él le daba igual.
Aquella madrugada, después de haber velado toda la noche, la dulce voz de Margaret rompió el silencio abismal:
-¿Cuál es tu sueño?- dijo divagando un poco entre pensamientos.
-En éste momento, lo que más quiero es ascender en el trabajo y poder comprar una linda casa en las afueras...-continuó hablando, pero ella ya no escuchó y se quedó dormida.
Al despertar, Álvaro no encontró a Margaret a su lado, pero si pudo ver una nota pegada en la ventana que decía, "Buen día. Me fui a soñar. Te deseo buena vida".
¡Claro, el nunca entendió su universo!. Para ella, la felicidad se resumía en unos cuantos libros, un par de tazas de café y su cámara instantánea. Sus sueños se basaban en sentir el perfume de las flores en verano y poder disfrutar de las luciérnagas que se pueden divisar al atardecer en ciertos lugares del pueblo.
Nunca más se volvieron a cruzar. A veces, él creía verla en un café, pero sólo eran sus ansias de encontrarla de casualidad..."
Ya no había café en su mirada ni perfume a vainilla en su piel. Todo estaba escarchado, incluso, aquellos sentimientos que habían nacido entre ambos. Ella era aún más fría que aquel helado invierno del '93 en Barcelona. A él le daba igual.
Aquella madrugada, después de haber velado toda la noche, la dulce voz de Margaret rompió el silencio abismal:
-¿Cuál es tu sueño?- dijo divagando un poco entre pensamientos.
-En éste momento, lo que más quiero es ascender en el trabajo y poder comprar una linda casa en las afueras...-continuó hablando, pero ella ya no escuchó y se quedó dormida.
Al despertar, Álvaro no encontró a Margaret a su lado, pero si pudo ver una nota pegada en la ventana que decía, "Buen día. Me fui a soñar. Te deseo buena vida".
¡Claro, el nunca entendió su universo!. Para ella, la felicidad se resumía en unos cuantos libros, un par de tazas de café y su cámara instantánea. Sus sueños se basaban en sentir el perfume de las flores en verano y poder disfrutar de las luciérnagas que se pueden divisar al atardecer en ciertos lugares del pueblo.
Nunca más se volvieron a cruzar. A veces, él creía verla en un café, pero sólo eran sus ansias de encontrarla de casualidad..."
Ya no había café en sus ojos.
"Para ella, la felicidad era resumida en unos cuantos libros, un par de tazas de café y su cámara instantánea."
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