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En mi corazón, tu vivirás, desde hoy será y para siempre

Hoy no escribo para hablar de ropa, de amores, de lo bien que me hace ver el sol brillar o de cuanto me gusta escuchar la lluvia en la ventana cuando hay alguna tormenta eléctrica. Hoy no escribo para contar alguna de mis travesuras o para criticar a la gente. No escribo para contar mis planes para la semana ni para contar las cosas que tengo en mente.
Escribo para deshagoarme, para sentir que dejar algo plasmado acá sirve más que llorar. Escribo para recordar, reír y dejar a la mente divagar. Escribo simplemente para decir cuanto voy a extrañar a mi abuelo y a sus caprichos.
Ayer, diecisiete de Octubre te fuiste sin siquiera decir adios. La vida te tomó de la mano y te llevó, acompañado de todos tus recuerdos y ese amor que pocas veces expresamos pero siempre sentimos, a un lugar mejor.
Te habías dejado estar Bacho. Mi Bacho. El Bacho que nos llevaba todos los años de viaje en el colectivo. El Bacho que cada vez que subía al departamento después de estar todo el día trabajando en el cole, nos buscaba a Santi y a mi abajo de la mesita de caña y nosotros simulábamos ser tigres o algo por el estilo. El Bacho que escondía las galletitas siempre en el mismo lugar para que con Santi, fuéramos y comiéramos hasta empacharnos de chocolate. El Bacho que nos retaba cada vez que llegábamos tarde a su casa y que nos decía 'ANDAN DANDO VUELTAS A ESTAS HORAS Y ES RE TARDE'. Aquél que se quejaba de los políticos, de todos los políticos, que se qujaba de los jugadores de futbol y que peleaba a Felipe (el perro) como si fuera una guerra mundial. Aquél que nos cocinaba esa carne con champiñones y papitas, esos asados exquisitos, esas milanesas que no sé como hacías, pero eran siempre las más ricas. El Bacho que siempre iba a hacer las compras y que nos buscaba y llevaba a todos como si fuera nuestro chofer. Aquél que era el único capaz de prender el calefactor y el calefón (entre ayer y hoy Seba, Lito y Marcos intentaron prenderlo y no pudieron JAJA). Aquél que renegaba, que no escuchaba, que caminaba arrastrando los pies y se pasaba las tardes silbando. El Bacho que nos contaba muchas veces las mismas historias aunque todos ya las sabíamos de memoria y nos mirabamos diciendonos en voz baja todo lo que estabas a punto de decir. Como me gustaría volver a escuchar una de esas historias, uno de tus caprichos o una de esas puteadas que tirabas al aire y que nadie sabía porque las decías.
Siempre me voy a acordar de tu sonrisa, de tus ojos cansados y brillosos que cada tanto se cruzaban con los míos. De tus manos grandes y pesadas con las que nos acariciabas la cabeza cuando eramos chicos y de cuando nos hacías repetirle las cosas cincuenta veces hasta que entendías.
Lo primero que hace uno al perder a una persona es culparse. Yo no me culpo, pero me habría gustado haberte dicho cuanto te quería y haberte abrazado una vez más.
Dicen que no sufriste, que fue rápido, pero el único que sabe eso sos vos. Vos los sabías viejo.

En fin, creo que por el momento no tengo nada más para decir. Las lágrimas siguen cayendo y yo no sé de donde salen. Me arde la cara y me duele todo el cuerpo, siento que no tengo fuerzas y demás.

Te quiero Bacho, espero que descances en paz y que la pases bien con Manuel y Valu y todas las personas que estaban esperándote. Algún día nos vamos a encontrar. Te quiero muchísimo y sé que lo sabés, de alguna manera lo supiste y siempre lo vas a saber.




Cuando te tengo en mi memoria, estas acá.

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